“Efectivamente él nos rescató del peligro mortal y
volverá a hacerlo de nuevo. Hemos depositado nuestra confianza en Dios, y él
seguirá rescatándonos.”
1 CORINTIOS
1:10 (NTV)
El miedo es una opción. Dios te
está observando. Él sabe todo lo que estás pasando, y Él no tiene miedo de los
resultados de cualquier dificultad o prueba a la que te enfrentas. Si Dios no
tiene miedo, tú no tienes que temer tampoco. Confía en Dios y no cedas a tus
miedos.
Cuando el apóstol Pablo
se enfrentaba a una muerte segura, dijo, “De hecho,
esperábamos morir; pero, como resultado, dejamos de confiar en nosotros mismos
y aprendimos a confiar solo en Dios, quien resucita a los muertos.
Efectivamente él nos rescató del peligro mortal y volverá a hacerlo de nuevo.
Hemos depositado nuestra confianza en Dios, y él seguirá rescatándonos" (2 Corintios 1:9-10 NTV).
Pablo tuvo la perspectiva correcta. Hizo la elección correcta. Reemplazó sus
temores con fe.
La promesa de Dios para los creyentes
es que, pase lo que pase, "Sabemos
que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman."
(Romanos 8:28 NVI) — no es que todas las cosas sean buenas, sino que están
trabajando para bien.
Eso significa que puedes dejar de
escuchar a tus miedos. No hay ninguna dificultad, dilema, derrota o desastre en
tu vida, que Dios no pueda utilizar para tu bien y para Su gloria. No hay que
temer al futuro.
Tus miedos revelan que no confías en
Dios. Hoy, haz una lista de tus miedos, y pídele a Dios que te ayude a
identificar por qué tienes miedo en esas áreas. Luego pídele que te ayude a
reemplazar tus temores, con fe.
¿QUÉ ESCUCHASTE? ¿Qué te dijo Dios cuando
leíste hoy la Escritura y el devocional? ¿QUÉ
PIENSAS? ¿Cómo aplicas esto en tu vida?
¿QUÉ
VAS A HACER? No solo escuches la Palabra. Sé un
hacedor de la Palabra (Santiago 1:22).
AHORA
HABLA CON DIOS. Esto es donde cambias tus
pensamientos a oraciones. Pueden ser oraciones de gratitud o alabanza. Pueden
ser oraciones de confesión o peticiones para que Dios te ayude. Tú decides.
Toma un minuto para escribir la respuesta que Dios te dio en oración.