“Ahora los
encomiendo a Dios y al mensaje de su gracia, mensaje que tiene poder para
edificarlos y darles herencia entre todos los santificados. ” HECHOS 20:32 (NVI)
Una herencia viene
a ti. Se te prometió en el mensaje de la gracia de Dios.
Imagina que tu padre es el hombre
más rico del mundo. Él muere y te incluye en su testamento. Sería tonto que no
te tomaras el tiempo para leer el testamento. No sabrías lo que te
correspondería. No te beneficiarías de lo que te pertenece como hijo del hombre
más rico del mundo.
Cuando te conviertes en un
seguidor de Jesús, no eres sólo un creyente, eres un propietario. Te conviertes
en una parte de la familia de Dios. Los privilegios de familia vienen con esa
decisión. La Biblia dice, "Dado
que estamos unidos a Cristo, hemos recibido una herencia de parte de Dios"
(Efesios 1:11 NTV).
Pero esta herencia no
viene a ti cuando Dios muera — ¡Él nunca va a morir! Se trata de cuando tú
naces de nuevo. La Biblia dice, "¡Alabado sea
Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran misericordia nos ha hecho
nacer de nuevo mediante la resurrección de Jesucristo, para que tengamos una
esperanza viva y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e
inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes." (1 Pedro 1:3-4 NVl).
¿Qué es esa herencia? Bueno en
parte son las promesas en la Palabra de Dios. Pero si tú viviste toda tu vida y
nunca te tomaste el tiempo para aprender los beneficios que estaban disponibles
para ti como un hijo de Dios, eso sería triste — y tonto. Dios quiere que tú
sepas lo que está disponible para ti de parte de Él.
Se requiere fe para recibir tu heredad.
Tienes que creer que Dios te ama y te acepta como parte de su familia en
Cristo. Tienes que creer que Él cumplirá sus promesas, y que su herencia es
real, no sólo algunas palabras vacías para hacerte sentir bien cuando las cosas
están mal. Entra en la Palabra. Averigua lo que legítimamente es tuyo. Y luego
en fe, espera lo mejor de Dios.
¿QUÉ ESCUCHASTE? ¿Qué te dijo Dios cuando
leíste hoy la Escritura y el devocional? ¿QUÉ
PIENSAS? ¿Cómo aplicas esto en tu vida?
¿QUÉ
VAS A HACER? No solo escuches la Palabra. Sé un
hacedor de la Palabra (Santiago 1:22).
AHORA HABLA CON DIOS. Esto es donde cambias tus pensamientos a oraciones. Pueden ser
oraciones de gratitud o alabanza. Pueden ser oraciones de confesión o
peticiones para que Dios te ayude. Tú decides. Toma un minuto para escribir la
respuesta que Dios te dio en oración.
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